Disfrutando la Filosofía.


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José Pablo Feinman.

José Pablo Feinmann nació en 1943 en la ciudad de Buenos Aires. Es Licenciado en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires (UBA), en donde estudió desde 1962 hasta 1969. Hacia fines de 1969 formó parte de un grupo de pensamiento argentino, en el que también participaba entre otros Amelia Podetti. El grupo surgió ante la inquietud de ahondar en esta materia que en la UBA se daba como optativa. En 1973 fue fundador del Centro de Estudios del Pensamiento Latinoamericano, en el Departamento de Filosofía de la UBA. Se desempeñó como profesor en la universidad durante los primeros años de la década de los setenta, hasta el 1974. Trabajó como colaborador en diversos medios periodísticos. Actualmente escribe en Página/12 columnas de actualidad política, literatura y cine. Parte de su trabajo novelístico ha contribuido a afirmar una tradición de género policial y negro en la literatura argentina. Algunas de sus novelas han sido traducidas al francés, italiano y alemán. Está casado por segunda vez con María Julia Bertotto, escenógrafa, vestuarista y diseñadora. Se conocieron en 1980. En ese entonces ella había descubierto su novela Últimos días de la víctima y pensaba en escribir el guión, pero él ya estaba trabajando en eso con José Martínez Suárez. Se casaron en 1988. Comparten la pasión por el cine y la música clásica. Juntos escribieron una obra de teatro, Sabor a Freud, que combina los boleros con el psicoanálisis.

Con respecto a su obra, el autor cuenta que escribió Últimos días de la víctima en plena dictadura, en 1978. Su libro Filosofía y nación se encontraba terminado, pero no era posible publicarlo. Ya habían salido a la luz los Estudios sobre peronismo. Aclara que no se exilió y que pasó en blanco los años 1976 y 1977. Durante ese lapso, al pavor provocado por la dictadura militar, se sumó un cáncer. Este dato, que él suministra en el prólogo a Pasiones de celuloide, le servirá como eje argumental de su novela La astucia de la razón y a su continuación La crítica de las armas. Para sobrellevar este período de aislamiento y terror, se refugió en la música. Tocaba el piano. Su otro refugio era el cine, pasión que ha dado como fruto una intensa labor como guionista. Por sus guiones ganó dos veces el premio de la Asociación de Críticos Cinematográficos de la Argentina y premios en los Festivales de Boston, Católica y Mar del Plata. Recibió en 2001 el Premio Kónex de platino al mejor guionista de la década de los noventa.

Cuando se le pregunta la razón de por qué estudió Filosofía, afirma que eligió esta carrera para darle contenido a una escritura que él ya practicaba desde niño. Este razonamiento lo hizo optar en favor de Filosofía en lugar de Letras, porque temía confinarse a un estudio de estilo. Cuando se lanzó a escribir Últimos días de la víctima, tenía en mente escribir una novela filosófica. La idea base la había pensado a los veintidós años. Se trataba de un asesino profesional que al matar, iba muriéndose. Quería reflejar un “agotamiento metafísico”, es decir, una existencia que se consumía al asesinar. Al escribir, afirma, hubo diversas influencias que se fueron filtrando: el cine de Huston, el de Kubrick, el cine negro, Crimen y castigo, la prosa de Hammet, y el Borges del cuento “La espera”. Escribió sin expectativas, sólo por la necesidad de sentirse vivo, de retornar a su identidad. A la novela Ni el tiro del final dice que la escribió en 1980, en medio de tragedias económicas y personales, y que le dio grandes satisfacciones.